Experiencia

Desde el 15M he participado en grupos como Democracia Real Ya, Democracia 4.0 y Constituyentes. He visto a todas ellas nacer, florecer y languidecer. Me he preguntado muchas veces a qué se debía esa evolución.

Para tener éxito en cualquier cometido, debemos tener claro el terreno de juego en el que estamos.  En ninguno de estos grupos he detectado inquietud por este tema. La realidad es que somos 36,7 millones los ciudadanos con derecho a voto. De ellos unos 2 millones son políticos o afectos a la política. Unos 0,7 millones somos activistas de las protestas y del cambio. El resto, 34 millones son, ciudadanos de a pie, que no están involucrados en política ni en el cambio, sino dedicados a su día a día. Esos son los que tienen la fuerza para cambiar las cosas y deberían ser nuestro segmento de población objetivo.

Hemos aplicado grandes esfuerzos en dedicación y debates entre nosotros, para crear nuestras “cartas por la democracia” (cada grupo tiene la suya) y ningún esfuerzo para trasladar esas propuestas a esos 34 millones que, aún peor, ni siquiera conocen nuestra existencia. Debemos tener claro que los que deben definir esa carta son esos 34 millones.

Partimos del supuesto de que la mayoría de esos 34 millones piensan como nosotros, cuando  la realidad es que nuestro pensamiento es fruto de lo manifestado por los activistas del cambio y que en ningún caso se ha intentado conocer el pensamiento de esos 34 millones de ciudadanos.  Debemos reconocer la pluralidad de pensamientos que existen en esos 34 millones y si queremos tener éxito, debemos respetar todos ellos.

Hemos puesto todo nuestro énfasis en la crisis sin detectar que no afecta a todos por igual y que desde luego, no ha afectado en el número y contundencia necesarios para  provocar un estallido social.  Hemos equivocado el mensaje, nuestro problema no es la crisis sino el sistema por la mala gestión que hace de los intereses ciudadanos y eso sí afecta a la mayoría de esos 34 millones.

En nuestra búsqueda de soluciones todos los grupos hemos evaluado y en algunos llevado a cabo acciones tendentes a llevar nuestra voz al sistema, sin detectar que todo aquel que se acerque a él será inmediatamente anulado y que existe, en esos 34 millones la cultura de que todo el que se acerca a la política, lo hace para beneficio personal. Desde dentro del sistema nunca conseguiremos avanzar.

Nuestro objetivo básico, asumible por la mayoría de esos 34 millones, debería ser,  darles las herramientas  necesarias para que ellos sean los únicos con capacidad legal para definir, mediante referéndum, los principios políticos por los que la sociedad se debe regir.  Las propuestas de esos principios y los debates y razonamiento sobre los mismos lo realizarán las asociaciones de ciudadanos (de los que todas las nuestra son el germen inicial). La función legislativa y la ejecutiva serían realizadas por expertos en cada materia elegidos por los ciudadanos  con el objetivo de desarrollar lo aprobado por mosotros.  Los tribunales de justicia, a petición de las asociaciones, anularán toda transgresión que de  esos principios puedan realizar los expertos.

La estrategia para darles la fuerza real a los ciudadanos, pasa por dedicar nuestros principales esfuerzos a  estructurar, agrupar y conseguir un objetivo común,  de las cientos de asociaciones que proliferan y que cada una de ellas por separado son ineficaces. Sólo desde la unión y con un mensaje claro y contundente dirigido a esos 34 millones podremos conseguir evolucionar nuestro sistema político en el que los ciudadanos tengamos realmente el poder, para conseguir una sociedad más justa..

 

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